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fuente: rpp noticias

Desconfianza y diálogo de sordos

Publicado: 2020-08-05

La decisión del Pleno del Congreso de negar la confianza solicitada por el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, –ya lo han dicho muchos– ha sido de una irresponsabilidad mayúscula; generando una crisis política en medio de la más grave crisis económica y sanitaria que haya afectado al país en su historia reciente. 

Algunas bancadas habrían actuado en función de intereses subalternos, pretendiendo condicionar el otorgamiento de la confianza a cambio de que el Gobierno entregue la cabeza del ministro de Educación, Martín Benavides, en bandeja de plata, para favorecer los oscuros propósitos de las mafias que hace tiempo quieren tirarse abajo la reforma universitaria. Frente a esas pretensiones, como ha dicho el presidente Vizcarra, en efecto, no se podía retroceder.

Sin embargo, incluso con los votos en contra de esas bancadas chantajistas, el resultado pudo haber sido diferente. Que no haya sido así es de absoluta responsabilidad del propio Cateriano, cuya actitud también fue de lamentar.

En su primera intervención, que seguro hizo las delicias de la Confiep, puso tal énfasis en la minería que generó la percepción de que su Gobierno no se interesaba por la gente o que estaba dispuesto a tolerar cualquier afectación a las comunidades o al medio ambiente con tal de promover esa actividad extractiva, como muchos congresistas se lo hicieron notar. Su discurso no fue empático con la gente, ni con las demandas de las regiones que muchos congresistas representan.

En su intervención final, aquella en que el presidente del Consejo de Ministros debe responder las observaciones de los parlamentarios, pudo haber lamentado que su énfasis en la minería, que podía justificarse por la importancia de dicha actividad en la reactivación económica, se haya interpretado como un desinterés por las personas; pudo haber señalado que el centro de la acción del Gobierno es el bienestar de los ciudadanos, de todos los ciudadanos de la patria, y precisado que cree en una minería moderna, responsable, respetuosa del medio ambiente, y que las medidas de simplificación administrativa que propuso, no significaría afectar los estándares ambientales y de respeto a las comunidades; pudo haber respondido las dudas y los planteamientos de los congresistas.

En lugar de hacer eso, con una actitud soberbia, se ratificó en su fe ciega en la minería. Dijo creer en el diálogo, poniendo como evidencia la ronda de reuniones que tuvo con casi todos los partidos con representación parlamentaria, para inmediatamente decir que “no podía, por acomodos políticos, variar sus puntos de vista, tranzar o conciliar en un contexto tan grave”. 

A medida que pronunciaba estas palabras, pude ver cómo se dibujaba la decepción en el rostro de los voceros de las bancadas que finalmente votaron en contra, pero que pudieron haberlo hecho de otra manera si Cateriano hubiera sido realmente dialogante.

Hay, pues, en todo esto, una responsabilidad compartida. Lo que se debe lamentar es que el Gobierno y el Parlamento no hayan estado a la altura de las circunstancias y no hayan tenido la capacidad de ponerse de acuerdo, lo que resultaba un imperativo en estos graves momentos que vive la República.


Escrito por

Carlo Magno Salcedo

Abogado. Constitucionalista. Profesor de Ciencia Política (San Marcos) y Derecho (San Martín). Político. Cocinero. Cumbiero intelectual.


Publicado en

Cuestiones de la Polis

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