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El mensaje republicano de Francisco

Publicado: 2018-01-23

Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, se encuentra muy alejado de la línea conservadora de Juan Pablo II y, más bien, está mucho más cerca de la de Juan XXIII (el Papa del Concilio Vaticano II). En nuestro medio, no han faltado, incluso, quienes han tildado a Francisco de rojete, caviar, comunista o marxista. Ciertamente, su discurso progresista le ha movido el piso a mucho conservador que pulula dentro y fuera de los predios de la Iglesia Católica.

Como ha anotado el teólogo Raúl Zegarra, Francisco ha cambiado radicalmente el orden de las preocupaciones pastorales de la Iglesia, que se evidencia en la nueva entrada a temas como la salud reproductiva, la orientación sexual o el divorcio. Ello ha generado la airada y pública resistencia, incluso de algunos cardenales, contra Francisco, quien es percibido como una amenaza por aquellos que quieren una iglesia rígida y vertical. Además, hoy en día es la figura pública más influyente que, de forma sostenida, critica el sistema económico; usando su investidura para denunciar con severidad el enriquecimiento desmesurado de unos pocos con el costo de tener a millones bajo la línea de pobreza; como lo acaba de hacer en Puerto Maldonado, denunciando además la voraz depredación de los recursos naturales. 

Sin embargo, como señala el mismo Raúl Zegarra

Francisco no es, pues, todo lo que algunos quisieran que sea; pero Francisco, es, al mismo tiempo, más de lo que muchos esperaban. Me animaría decir que es un papa entre dos fuegos: aquel de los progresistas insatisfechos y el de los tradicionalistas enfurecidos. Entre dos fuegos camina Francisco y quizá lo haga permanentemente.

A lo dicho por Zegarra, valga añadir que Francisco sostiene una dura batalla al interior de la Iglesia para tratar que su visión –más cercana al mensaje de Jesucristo que la que tuvieron varios pontífices que le precedieron– recupere o gane cada vez más posiciones. Pero esa lucha es difícil, dado que la Iglesia Católica es una organización sumamente compleja, que alberga una gran cantidad de grupos (congregaciones, órdenes religiosas, prelaturas, sociedades de vida apostólica, entre otras), varios de los cuales, precisamente los más conservadores y que son responsables de mucho de lo más cuestionable de la Iglesia, ganaron muchísimo poder durante el pontificado de Juan Pablo II. Algunos de estos grupos tienen tanto poder que pueden atreverse a desafiar la autoridad del Papa

Personalmente, encuentro en el discurso de Francisco contenidos claramente republicanos, que se evidencian en su preocupación por el bien común por sobre el individualismo exacerbado; así como en su apuesta por una política virtuosa basada en la austeridad y su severa crítica a la corrupción. De hecho, en su reciente visita al Perú, hizo un llamado a luchar contra la corrupción, calificándolo como un virus social; como un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados.

En su discurso del 5 de noviembre de 2016, dirigido a los participantes en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, Francisco dice: 

A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón y rece para que Dios lo libere de esas ataduras. Pero, parafraseando al ex Presidente latinoamericano que está por acá, el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo, al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola. Tampoco que se meta en el seminario. 
Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; esa austeridad moral y personal. Y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil likes, que mil retweets, que mil videos de youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común… Les pido a los dirigentes que no se cansen de practicar esa austeridad moral, personal, y les pido a todos que exijan a los dirigentes esa austeridad, la cual –por otra parte– los va a hacer muy felices.


El mensaje republicano que se puede extraer de esa cita es el siguiente: Aquel que tenga demasiado apego por el lujo, el dinero y las cosas materiales, por favor, no se meta en política porque va a hacer mucho daño. El mejor antídoto contra la tentación de la corrupción es la austeridad, la misma que además se debe practicar con el ejemplo.

Esta visión republicana del Papa Francisco, ciertamente, no es novedosa en el seno de la Iglesia Católica. Como demuestra el historiador británico Quentin Skinner, en su extraordinaria obra Los fundamentos del pensamiento político moderno, el escolasticismo, que fue una corriente teológica y filosófica que se basó en parte de la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo, realizó un gran aporte al florecimiento de las ideas republicanas a finales del Renacimiento.

En esa línea, el religioso italiano Girolamo Savonarola (1452-1498), fraile de la orden de los dominicos, en su obra De la constitución y el gobierno de la ciudad de Florencia, no solo abogaba por la necesidad que Florencia siga siendo una república, porque solo así podría garantizar a sus ciudadanos el verdadero disfrute de la libertad, que es más valiosa que el oro y la plata y más grande que todos los demás tesoros; sino que asumió la idea que una búsqueda demasiado activa del lucro privado puede ser funesta para el mantenimiento del gobierno libre. Por ello, Savonarola predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia católica.

Por su parte, el filósofo italiano Mario Salamonio (1450-1532), consideraba que la ciudad debe preocuparse por las virtudes de sus ciudadanos, para asegurar la conservación de su libertad y su capacidad de llevar al máximo una vida plena y feliz: asimismo, que una buena vida cívica debe fundarse en la virtud de la frugalidad. Así también, como señala el profesor de la Universidad de Salamanca David Jiménez Castaño, Salamonio hace una distinción entre príncipes y tiranos, señalando que: “el príncipe se mueve dentro de la Ley Regia, cumple con las funciones que le ha encomendado el pueblo y busca en todo momento el bien de los ciudadanos, mientras que el tirano hace todo lo contrario”; y que “el príncipe virtuoso gobierna bien la república y hace mejores a sus ciudadanos con sus acciones y comportamientos, mientras que el tirano prescinde del bien común y pervierte al conjunto con sus actos viciosos.”

Como resulta evidente, el mensaje republicano del Papa Francisco, que se inscribe en lo mejor de la tradición escolástica, debe ser urgentemente asumido por estos lares, donde gran parte de la clase política es corrupta y se comporta como tirana.


Escrito por

Carlo Magno Salcedo

Abogado. Constitucionalista. Profesor de Ciencia Política (San Marcos) y Derecho (San Martín). Político. Cocinero. Cumbiero intelectual.


Publicado en

Cuestiones de la Polis

Derecho, sociedad, cultura y política en el Perú y en otras polis del mundo.