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FUENTE: DIARIO EL COMERCIO

Entre la anomia y la República

A propósito de todos nuestros ex presidentes condenados o investigados

Publicado: 2017-07-18

Todos nuestros ex presidentes vivos están condenados, procesados o investigados por corrupción o graves violaciones de derechos humanos: el ex dictador Francisco Morales Bermúdez, condenado a cadena perpetua por la justicia italiana por el Plan Cóndor; Alberto Fujimori, recluido en prisión, condenado por ambos tipos de delito; Alejandro Toledo, investigado por corrupto y prófugo de la justicia; Ollanta Humala, investigado por lavado de activos y ejecuciones extrajudiciales, cumpliendo prisión preventiva; Alan García, aunque por ahora librándose de la justicia, percibido como el político más corrupto que hemos padecido, encarnación de la impunidad. 

De todos los ex presidentes de los últimos tiempos, el único sobre el que no pesaron tales lastres, paradójicamente, fue uno no elegido: el fallecido Valentín Paniagua.

Los presidentes no solo administran un país, son también, simbólicamente, los padres de la nación. Que todos nuestros ex presidentes sean corruptos, ladrones o asesinos es una tragedia para nuestra moral nacional; expresión del fracaso del proyecto republicano. Como diría Manuel Gonzales Prada, “el Perú es un organismo enfermo, donde se pone el dedo brota pus”.

No solo nuestra clase política es corrupta, nuestra sociedad misma lo es. La falta de integridad de nuestros gobernantes tiene como correlato la relajación moral de nuestra sociedad y la ausencia de virtudes cívicas en la mayoría de ciudadanos. Somos, como diría Alberto Flores Galindo, una República sin ciudadanos; o, como diría Alberto Vergara, somos ciudadanos sin República.

Nos encontramos en un momento crucial de nuestra historia. O realizamos un quiebre radical para superar la perversa inercia en la que estamos y nos ponemos a construir una verdadera República de ciudadanos; o esa inercia nos conducirá, más temprano que tarde, a ser un estado como el mexicano o varios de los centroamericanos, a la anomia sin retorno, al suicidio colectivo.

Reconstruir la República implica: poner como la prioridad del proyecto educativo nacional –que trasciende el sistema educativo formal– la formación ciudadana; lograr que los buenos ciudadanos –que los hay– se involucren decididamente en el quehacer de la política (al no hacerlo, son corresponsables de que seamos gobernados por los peores); gestar una nueva clase política o verdadera élite política con virtudes republicanas: honradez, austeridad, subordinación de los intereses personales al servicio del bien común, responsabilidad política, sentido de justicia. Es una tarea difícil, pero imprescindible.

(*) También publicado en diario Exitosa, el miércoles 19 de julio de 2017.


Escrito por

Carlo Magno Salcedo

Abogado. Constitucionalista. Profesor de Ciencia Política (San Marcos) y Derecho (San Martín). Político. Cocinero. Cumbiero intelectual.


Publicado en

Cuestiones de la Polis

Derecho, sociedad, cultura y política en el Perú y en otras polis del mundo.