Decisiones sí, pero en democracia
Sobre el indulto como receta para solucionar la desaceleración económica
El economista Juan Mendoza, muy suelto de huesos, afirmó hace un par de semanas que “lo más sensato para calmar la crispación política y retomar el crecimiento económico es indultar a Alberto Fujimori. El Perú no puede avanzar si el odio y el revanchismo político nos consumen. PPK ha sido elegido para tomar decisiones. Es hora de que empiece a gobernar”.
Mendoza es parte de una “élite tecnocrática” que, con afirmaciones como esa, carentes de rigor o evidencia técnica, arriesga su bien ganada reputación. Además, demuestra su total desapego a los valores republicanos y a los principios más elementales del estado de derecho, bases mismas de la democracia.
La desaceleración económica tiene más que ver con responsabilidades (o irresponsabilidades) del propio Gobierno de PPK –como su desastroso manejo del problema del aeropuerto de Chinchero–, que con la férrea oposición que ejerce la bancada de Keiko Fujimori. Por cierto, nada garantiza que el indulto a su padre vaya a calmar los ímpetus revanchistas de una pésima perdedora, que en lugar de utilizar su inmenso poder para impulsar las grandes reformas que el Perú necesita, lo hace para arrinconar a un gobierno débil. Como el matoncito del salón contra el lorna de la clase.
Por supuesto que un presidente es elegido para tomar decisiones y gobernar; pero, en una democracia, esas decisiones y el ejercicio del gobierno se deben hacer sin vulnerar las leyes. No por nada, el primer mandato del presidente es “cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás disposiciones legales” (Art. 118, inc. 1 de la Constitución); y, en ese contexto, “reglamentar las leyes sin transgredirlas ni desnaturalizarlas” (Art. 118, inc. 8). Precisamente, Fujimori purga condena por haber tomado decisiones y gobernado al margen de la ley.
Y, así no le guste al señor Mendoza y compañía, el Perú está sometido a leyes nacionales y tratados internacionales que expresamente prohíben otorgar el indulto a condenados por el delito de secuestro o a violadores de derechos humanos.
Finalmente, para lograr la deseada reconciliación nacional que supere el odio y revanchismo político a los que alude Mendoza, se requiere arrepentimiento y propósito de enmienda. Hasta el momento, sin embargo, el fujimorismo no solo no reconoce la parte nefasta de su gobierno de los 90; sino que sigue comportándose haciendo gala de su vena autoritaria y despótica, como nos lo recuerda casi a diario con su desempeño parlamentario.
(*) También publicado en diario Exitosa, el martes 11 de julio de 2017.