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Los derechos LGTBI no son cosa de maricones

El remake

Este post es una adecuación del post "La lucha por la Unión Civil no es cosa de maricones" que publiqué el 15/03/2015. (*)

Publicado: 2017-07-01

Hace poco más de dos años, monseñor Luis Bambarén, otrora sacerdote progresista y en teoría ubicado en las antípodas del cardenal Juan Luis Cipriani, brindó unas lamentables declaraciones al señalar que el congresista Carlos Bruce, entonces principal promotor de un proyecto de ley de unión civil para las personas del mismo sexo, estaba haciendo un papelón, apareciendo como un “maricón” en medio de todo. El sacerdote pretendió justificarse señalando que el propio Bruce había reconocido que es gay, pero "gay" no es una palabra peruana ya que "aquí decimos maricón”. 

Con el término maricón pasa algo parecido a lo que ocurre con el término “cholo”. Hay quienes lo usan como un insulto racista (“cholo de mierda”), pero hay otros que, sin complejos, lo usamos como una expresión de afecto (“cholo lindo”, “vamos mi cholo”). El problema no era que Bambarén haya empleado el término “maricón” para calificar a Bruce, sino el sentido peyorativo y homofóbico de su expresión. Por cierto, hay países como España en que el término “maricón”, incluso entre algunos sectores homosexuales, no tiene la carga peyorativa que el sacerdote le dio a la palabra.

Pero, además del agravio personal contra Bruce, lo que podía leerse entre líneas en las palabras de ese “hombre de Dios”, es que quienes apoyan los derechos de las personas LGTBI son unos maricones, en el sentido de homosexuales, y que por serlo son dignos de agravio. Seguro, en su fuero interno, el obispo emérito de Chimbote piensa que quienes estamos a favor de estos derechos somos unos “maricones de mierda”, a los que no hay problema en insultar.

El ex presidente de la Conferencia Episcopal Peruana está equivocado de cabo a rabo. En primer término, la lucha por los derechos de las personas LGTBI no es una agenda exclusiva de los colectivos LGTBI sino que, cada vez más, es una demanda de los sectores menos conservadores de la sociedad, como ha quedado claramente evidenciado en la masiva Marcha del Orgullo 2017 realizada hoy.

La lucha por los derechos de las personas LGTBI es también parte de otra lucha más grande: la lucha porque se termine de afirmar en nuestro país, en nuestra sociedad, la concepción de que somos un Estado laico, que no tiene por qué estar sometido a los dogmas incuestionables, muchas veces fanáticos e irracionales de la religión, sea católica o cualquier otra. 

En suma, se trata de afirmar ese viejo principio planteado por el propio Jesucristo: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y a estas alturas debería quedar totalmente claro que los derechos ciudadanos no son cosa de la Iglesia (de Dios), sino de los Estados laicos (del César).

Apoyar los derechos de las personas LGTBI no es cosa de “maricones”, en el sentido de personas homosexuales, sino una cuestión de ciudadanos que aspiran a vivir en una sociedad democrática y tolerante con la diversidad, que reconoce a todos sus miembros los mismos derechos y respeto por su dignidad como seres humanos.

En tal sentido, los derechos de las personas LGTBI no deben ser agenda solo de los sectores progresistas de la sociedad, sino de cualquiera que crea firmemente en la libertad de las personas como un bien fundamental, es decir, debería ser agenda de cualquier auténtico liberal, sea de izquierda o de derecha.

De otro lado, “maricón” tiene otra acepción en nuestro país. En “peruano”, como diría Bambarén, también significa cobarde, miedoso o temeroso. Sin embargo, los promotores de los derechos de las personas LGTBI nada tienen de cobardes, miedosos o temerosos, es decir, nada tienen de “maricones”, al haber emprendido una lucha por la ampliación o el reconocimiento de sus derechos, a pesar de que gran parte de la sociedad peruana aún es profundamente conservadora y homofóbica.

Apoyar los derechos de las personas LGTBI, pues, no es cosa de maricones, es cosa de ciudadanos y valientes.

(*) Este es el post original.


Escrito por

Carlo Magno Salcedo

Abogado. Constitucionalista. Profesor de Ciencia Política (San Marcos) y Derecho (San Martín). Político. Cocinero. Cumbiero intelectual.


Publicado en

Cuestiones de la Polis

Derecho, sociedad, cultura y política en el Perú y en otras polis del mundo.